Asumamos que tu Dios pone una manzana en medio del jardín y dice, "hagan lo que quieran chicos, oh, pero no coman la manzana" Cuando el hombre comió la fruta prohibida abrió los ojos. Gracias a su desobediencia, podía entender que era el bien y que era el mal. Por ende, se había vuelto un Dios. Más al no ser dueño de su destino, era ahora inferior a un Dios. Era un vil pecador. Pero, me pregunto, ¿Qué pasa cuando se sale de edén sin cometer algún tipo de pecado? Creo que la curiosidad mató al gato. Y yo era alguien con una mente muy curiosa en un jardín que no me daba libertad. Fue ahí cuando comprendí que no era libre. Y nunca lo fui. Por eso escape. No necesito un jardín del Edén.