Una Grecia en su más grande apogeo, el arte y las proporciones como el signo más elevado de sabiduría y belleza. Harry, príncipe y guerrero de la gran Atenas, aclamado por crecer de victoria en victoria y apoderarse de Delfos, es premiado por su padre para hacer una escultura de el como gratitud de seguir su legado fuerte y próspero. Como era de esperar, su arrogancia y vanidad, manda a buscar al arquitecto y escultor más importante y elogiado para que se encargue de esculpirlo. el amor, el demonio mediador entre la divinidad y lo terrenal, una pizca de gracia y compadecencia de los dioses a la humanidad, perpetuará así un amor que trascenderá el tiempo y entendimiento.