William Walker. El primogénito del matrimonio Walker, el matrimonio perfecto, con la vida perfecta. William tenía una vida que todos en el pueblo consideraban perfecta, lo tenía todo, padres perfectos, una casa hermosa, hermana lista bonita y amable y carros lujosos. Nunca se había esforzado demasiado por nada, la escuela se le daba bien y los deportes de igual manera. ¿Quería seguir así? Siguiendo siempre el camino fácil. Tenía la opción fácil y difícil; la fácil consistía en estudiar administración de empresas o a ni siquiera estudiar y dedicarse al negocio familiar, sabía que su padre le diría que sí. Por otra parte tenía la difícil, dedicarse a dejar de ir a fiestas y enfocarse totalmente a sus estudios, aspirar a una universidad prestigiosa, de esas que todo el mundo pensaba que por entrar te volvías superior a los demás y estudiar arquitectura, intentar crecer en ese mundo a base de mérito propio y de despegarse un poco del apellido de su familia. Definitivamente sonaba tentadora, pero aún no lo tenía claro. Lo que tenía muy claro era que le gustaba la chica del fondo de la clase de historia, esa chica que siempre llevaba el cabello rizado en un moño, y siempre vestía sudaderas negras, normalmente con una pequeña y sutil frase o palabra ofensiva. Él era de esas personas que buscaban calma y paz en todo lo que hacía, contradictorio, pensando que iba a fiestas muy ruidosas, sin embargo conocer a Cristel fue encontrar un poco de caos en su calma después de todo, no necesitaba salir para sentir un poco de adrenalina ya que cada que ella sonreía a el se le aceleraba el corazón cada que ella lo veía con esos ojos que él consideraba hermosos lo dejaba sin respiración y eso fue lo que hizo que el cayera primero.