No estoy aquí, pensé, estoy en casa de mi madre viendo televisión con mis hermanos pequeños, pero no estoy aquí. Imaginaba el hogar de mi madre, las paredes blancas, llenas de fotografías de mis hermanos y familiares. Mi madre en la cocina preparando té de canela como todas las noches para invocar el sueño. Siempre terminaba haciendo de más y me servía el restante en una taza endulzado con miel. Recordar el olor llenaba de calidez el pecho. El retozar de mis hermanos en la sala y mi hermanita corriendo hacia mí para abrazarme. Un sentido de culpa comenzó a invadir mi mente, mi madre había llorado cuando le dije emocionada que me quería independizar. Mi hogar, el único lugar donde siempre había estado a salvo y nunca debí abandonar.