"Y cada nota que él tocaba, era un pedazo de mi alma que se quebraba" Yo solo estaba condenada a sobrevivir, despertar y obligarme a enfrentar el día sin tener un motivo real para hacerlo. Él me dio cada razón, su música, su piano, y nuestra canción, tejieron una dependencia a su persona que yo consideraba como señal de sanación, creí que había superado todo lo malo, pero no fue así. Nunca me dejó tirar la toalla. Impidió que me rindiera reiteradas veces. Al final, lo habría dado todo por él, pero tampoco me dejó hacerlo. Simplemente, éramos una melodía hermosa y compleja, pero de las que quedan olvidadas en la bitácora de un compositor.