Es mi tercer hijo el que viene al mundo, mis tíos y familiares conocedores de la desgracia que empaña nuestra sangre están aquí para verificar si no se ha ensuciado mi descendencia, mis dos hijos anteriores son normales, el heredero al ducado es un niño sano. Pero eso no me excluye de no quedar manchado por el secreto más grande que hasta el momento los Montrose han sabido ocultar. Ellos me miran, ya no me pueden quitar el ducado, pero eso no me exime de quedar en la mira de las doctrinas de nuestra ancestral familia. Un llanto se escuchó y con ese grito mi corazón se aceleró. Fui criado para no demostrar emociones, pero en el fondo de mi ser me alegré que mi hijo naciera vivo. A los minutos salió el doctor y por su mirada no pude esperar nada bueno. Caminé con pasos decididos en busca de mi esposa. La mujer a la que amo más que a mi vida así nunca se lo haya dicho, mi padre no estuvo de acuerdo en que la desposara, él decía que una mujer pensante no era la mejor mercancía que uno debía adquirir. Pero yo caí embrujado ante esos ojos almendras y por su astucia sabe que yo muero por ella.