¿Alguna vez has sentido que tienes la vida perfecta? Padre perfecto, madre ejemplar, excelente relación con tus hermanos.
Notas excepcionales, una familia unida, amorosa, donde no te falta nada, o... donde aún no te faltaba nada.
La vida se va en un abrir y cerrar de ojos, aprendemos a valorar a las personas el día que ya no las tenemos, pero...
¿Y si este no es el caso? Si yo valoraba a mis padres, a mi familia, era una hija ejemplar, nada problemática, ¿Por qué tuvo que sucederme esto a mi?
No se si fue por obra del destino, mala suerte, o simplemente castigo divino, pero mi vida pasó de ser perfecta, a padecer de los peores infiernos, sin necesidad de morir, estaba enfrentando la muerte en vida.
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y pauta como se le ha indicado. Un pueblo donde no se recibe con mucha gracia a los recién llegados así que cuando Los Steins se mudan a su lado, Leigh no puede evitar sentir curiosidad.
Los Steins son adinerados, misteriosos y muy elegantes. Lucen como el retrato perfecto de una familia, pero ¿Lo son? ¿Qué se esconde detrás de tanta perfección? Y cuando la muerte comienza a merodear el pueblo, todos no pueden evitar preguntarse si tiene algo que ver con los nuevos miembros de la comunidad.
Leigh es la única que puede indagar para descubrir la verdad, ella es la única que puede acercarse al hijo mayor de la familia, el infame, arrogante, y frío Heist.