El presente es un ensayo de mi autoría, acerca de los prejuicios que giran alrededor de las enfermedades mentales a nivel social.
Es un problema igualmente complejo y no bien conocido, pero de evidente interés, es el del cambio de las actitudes sociales, proceso difícil dada su resistencia habitual, y en el que los componentes cognitivos pueden modificarse con información, pero sus repercusiones en la conducta suelen ser escasas y de poca duración, dado el peso de los componentes emocionales y conductuales, así como el de las disposiciones sociales. En general son necesarios procesos complejos de información, interacción social y modificación estructural para que el cambio sea real y sostenido.
En medio de mi investigación para generar este ensayo, intente encontrar una manera general de referirme a las personas con enfermedades mentales, y me fue lamentable no solo no encontrar un término seguro, sino también ver una larga lista de términos denigrantes como broma, rabia, demencia, estupidez, locura, chifladura, deficiencia mental, guasa o chaladuria.
Así que al final me decidí por simplemente referirme como personas, remarcado con negritas denotando que aunque son diferentes a las personas neurotípicas, siguen siendo personas y deben ser tratadas con calidad de seres humanos.