Existen millones de personas en el mundo capaces de destapar lo que llevas oculto, de llevarse lo que abrazas con tanta fuerza, aunque sea agotador aferrarse por tanto tiempo a lo que quiere volar. Especialmente, cuando se trata de ti mismo. Muchos dicen que las almas no se conocen por accidente, pero que nadie es capaz de encontrarnos para salvarnos de lo más profundo de nuestros propios océanos, o de las cenizas que dejó el fuego que alimentamos esperando a convertirse en llama. Pero, ¿qué pasaría si un día te chocas con el océano o con el fuego delante de tú casa para enseñarte a nadar y volver a arder por tú cuenta? Brooke tiene un océano de miedos, pero una llama de resurgir. Aidan tiene un incendio, pero no sabe nadar sin su propio fuego destruir. ¿Qué tan éfimero tiene que ser éste choque de mundos para encontrar lo que estaba perdido?