Aceptamos aquel viaje familiar para restaurar nuestro matrimonio, pero con tan solo un par de cervezas Antonio, mi esposo, olvidó su promesa. Dejándome a solas con Sebastián, su mejor amigo, mi oscura tentación. El ambiente tentaba a lo prohibido, su mirada recorriendo mi cuerpo sin pudor me lo decía, y su boca me lo confirmó cuando en un susurro me preguntó: -¿Te gustaría que te follara como a una puta? Y desde allí todo cambió, me folló, nos volvimos adictos a lo prohibido y nos convertimos en amantes.