Saltar en el tiempo es complicado, especialmente cuando tienes en mente la sola idea de salvar a alguien que se decía "no quería ser salvado", convenciéndose de tal mentira al grado de sacrificarse por esa dulce fantasía donde todo el mundo giraba excepto él. Takemichi no quería abrir sus ojos para ver nuevamente el futuro que no pudo ser aquella noche, bajo los fuegos artificiales y las campanadas donde rezó a todo lo que existiera y a lo que no que aquel futuro con el que soñaba se hiciera realidad. Al abrir sus ojos, esta vez supo que finalmente lo había logrado, al fin tenía aquel final por el que arriesgó tanto para obtenerlo. Bajo los fuegos artificiales, Takemichi sonrió y se sintió afortunado por escuchar esas campanas marcando el futuro de un camino que inició a andar junto a Manjirou diez años atrás.