La infancia de una persona puede afectar severamente la forma en que esta lleve su vida más adelante. Benjamin Green lo sabe a la perfección. ¿Por qué otro motivo podría haber perdido la capacidad para sentir? ¿Por qué otro motivo no sabría lo que es tener sentimientos?
Sin embargo, así le ha ido más que bien. Tiene una novia que soporta sus cambios repentinos de humor, pero que lastimosamente no sabe que la mitad de las veces finge que la ama. Hubo un tiempo en el que no tenía que fingir, pero ese tiempo se esfumó y de un momento a otro, se encontró envuelto en una mentira sin escapatoria. Y, para ponerle la cereza al helado, tiene una madre que no soporta más que su hijo este roto y que no teme tomar medidas desesperadas para encontrarle una solución.
Tener una infancia difícil no necesariamente tiene consecuencias negativas. Maite Carson es la prueba de ello. Teniendo un hermano menor con autismo y unos padres excesivamente enfocados en él, ha tenido que hacer infinidad de cosas por su propia cuenta. Como pagarse la carrera, que aún no termina, claro está. Como pagar por sus propias cosas, porque todo el dinero de la casa va para el cuidado de su hermanito. En fin, que la ha tenido difícil. Una nueva oportunidad de trabajo parece ser la solución perfecta, hasta que se da cuenta de que, ser algo así como la psicóloga de un millonario increíblemente guapo, no es tan fácil como parece.