Helenna
Llevaba corriendo tanto tiempo, que no me percate de que mis pies sangraban, pues me había cortado con el filo de las piedras que había pisado, pero no podía detenerme, no debía detenerme, hacerlo sería firmar mi propia condena de muerte, si seguir adelante significaba que podía salvarlo, no dudaría en seguir haciéndolo hasta mi último suspiro, ya había pasado por tanto no era momento de rendirme, no me arrepentía de haber descubierto el secreto de esos ojos azules, esos ojos que desde el primer momento que me vieron habían sentenciado mi condena a la muerte.