
El país está pasando por momento de turbulencia, por noches interminables de dolor y angustia. La dictadura perfecta ha mostrado su lado más oscuro, se despliega la fuerza militar del gobierno y en un afán por censurar y terminar la lucha del paro nacional ha dejado detrás de su mandato masacres de números casi imposibles de creer. Esto es testimonio de lo que un país de ultraderecha puede hacer contra su pueblo cuando este se levanta en revolución y lucha por lo que durante más de doscientos años de régimen les han quitado. El hueco fiscal que Colombia tiene ahora no se puede tapar con la pobreza de los colombianos. Es nuestro deber exigir los derechos y más aún cuando tenemos el apoyo de los organismos internacionales. La "normalidad" de la que el presidente habla y a la cual según él debemos volver no es más que un ordenamiento de leyes absurdas, de un país hipócrita que está acostumbrado a alimentar a las elites burgueses, las mismas elites que con sus decretos y leyes les hacen la vida imposible a la clase media, a los profesionales y a los trabajadores. Tienes que tener el corazón muy frio para abandonar la causa cuando estamos tan cerca. El mínimo deber del escritor es atestiguar lo que sus ojos ven, relatar lo que dice su época, veía quizá como una utopía a la revolución Colombiana hasta hace unos años cuando recién empezaba a escribir, sin embargo hoy más que nunca creo que es este gremio de gente berraca y dolida es más que un sueño, puede ser la realidad que anhelaban nuestros ancestros y el país que le heredaremos a nuestros hijos. El paro debe continuar, por vos, por mí, por la memoria de los que la dictadura ya se ha llevado, durante y antes del paro, por los líderes sociales, por la ley 100 y por la pensión de nuestros abuelos, el pueblo no se rinde y apoya a nuestras raíces indígenas que son la base fundamental de esta raza latina.Alle Rechte vorbehalten
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