Aquel hombre era transportado a su casa, con varios escoltas. Ya qué era uno de los narcotraficantes más peligrosos. Era un hombre frio, agresivo, arrogante y peligroso. No creía en nada ni en nadie, y mucho menos en el amor. Desde pequeño, había sufrido mucho. Y eso explica él porque él es así. Ocultaba un gran secreto, un secreto que nadie se espera. El era un hombre de muy buenos gustos, pues siempre era popular por siempre tener a las mujeres más hermosas. Claro, el les pagaba a las mujeres u otras sólo eran amigas que tenía sexo con él y si, era amante al sexo.
Era muy tarde, ahora él iba conduciendo, cuando de la nada ve un cuerpo tirado en medio de la calle, el frena de un golpe y con los focos del auto logra divisar que se trata de una mujer. Agarra su pistola, pues el era muy astuto y podría ser una trampa. El decide bajarse del coche, pero se percata que no hay nadie y ve aquella chica tendida en el suelo. Tenía varias heridas leves, como si se hubiese caído y además de golpes. Su ropa estaba rota y llena de sangre, llevo su mano a su cuello y se da cuenta que aún respira. Además de que estaba lloviendo y ella al igual que el estaban empapados por la lluvia
-¿Quién eres?-susurró y se levantó para irse. Pero cuando iba a entrar a su coche algo le dijo que ayudará aquella chica, y así lo hizo. Él la cargó entre sus brazos y la lleva a su casa.
- Quiero que llamen a él doctor, nececito que salven a la chica. Fernanda, quiero que prepares la tina con agua caliente y la bañes, y le pongas algo de ropa-dijo él subiendo con ella a la habitación. Lo que él no sabía era que aquella chica ocultaba algo, pues ambos tenían el mismo secreto y eran almas gemelas que batallarian por su amor, una lucha entre el amor, inseguridad y sobre todo entre un mundo de balas y drogas...
Las votaciones del año 2036 son algo que no me emociona, ya que los candidatos, a mi parecer, no valen la pena, en especial Alejandro Villanueva, aquel chico que se burlaba de mí por mi sobrepeso y al que ahuyenté cuando decidí defenderme. Mi encuentro con él y mi comentario imprudente en la fila para votar es el inicio de una propuesta que no puedo rechazar, así como tampoco puedo negar la profunda atracción y el inmenso deseo entre los dos.
De la noche a la mañana me he vuelto la futura dama y también he descubierto que soy la obsesión del presidente.