¿Qué puede haber peor que la persona de la que estás enamorada y con la que querías pasar el resto de tu vida muera? Que esa persona no lo supiese. Emma lleva años enamorada, pero nadie lo sabe, ni si quiera su mejor amigo. Por eso cuando Carla fallece, siente que todos los motivos que tenía para no contarlo era una tontería, y que si pudiese hablar con ella una vez más lo diría sin miedo, aunque ya es demasiado tarde. ¿Verdad?