Un ser encapuchado suspiró profundamente, deseando liberarse del peso que llevaba. Sentía la tensión en el aire, viva y densa. Con un tono cortante, preguntó:
-¿Qué quieren? Estoy ocupado.
Su voz era fría y llena de frustración, dejando claro que se sentía estresado por la presencia ajena. Se dio la vuelta abruptamente, intentando cerrar el tema, pero la sensación de ser observado persistía, como un juicio silencioso.
-Si estás aquí solo por curiosidad -dijo, con un tono venenoso-, no me importa. Los Guardianes están muertos y estoy atrapado. Si solo has venido a juzgarme... -se rió secamente, con un brillo peligroso en los ojos- lárgate. Ustedes, los malditos observadores, siempre son iguales.
Mirando al frente, dejó ver el cansancio en sus ojos y repitió:
-¿Qué quieres? Estoy ocupado.
El peso de su frustración llenaba el aire. Se dio la vuelta, pero la sombra detrás de él no desaparecía. Cerró los ojos, tratando de calmarse.
-Mira -dijo, en un susurro afilado-, si solo te interesa el título, me da igual. Los Guardianes están muertos y tengo las manos atadas. Haz lo que quieras, pero si vienes solo a criticar... -se rió amargamente- lárgate. Siempre son iguales, malditos observadores.