Tras casi cien años de guerra fría, las tensiones entre el reino gáligo, Gwaldyg, y las naciones druídicas denians, Deniath, deben llegar a un abrupto fin luego de que el Imperio Haro ha decidido expandir sus fronteras hacia las naciones del sur. Las naciones gáligas se niegan a ser sometidas, por lo que, en una medida drástica, deciden enfrentar a su nuevo y colosal enemigo estableciendo una alianza con sus naciones rivales, pues además sus conocimientos mágicos y su peculiar tecnología, poseen a su control unos seres que los gáligos nunca han sido capaces de poseer: los dragones. Es en este contexto en el que Celeste Alvia, la joven domadora de un dragón llamado Edelgard, es enviada, sin entrenamiento ni experiencia militar previa, a ayudar a una tropa de la Unión de la Lanza, la guardia gáliga real, a interceptar a un campamento militar haro ilegalmente establecido en territorios gáligos. Pero la situación es mucho más densa de lo que la tropa esperaba. Es así como Celeste debe aliarse con la joven e inexperta Noira de Céffyla, capitana de la Unión, y el teniente Lánce debe confiar en Erza, un joven de nacionalidad denian pero de origen haro, para poder detener a este nuevo enemigo.