Acaso aquel demonio podría ser tan sensualmente atractivo, esos ojos verdes la hechizaban aun sabiendo que era prohibido. El se aparto de ella, fue ella quien puso la manta sobre ellos y se acurrucó contra él. Su brazo la envolvió y abrazó demostrando lo que su respiración dificultosa le impedía decir. Pero Marinette sabía que eso no importaba ¿Quién daría algo por alguien como ella? Alguien sin voz.Todos los derechos reservados