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- ¿Por qué...? - intentó decir entre llanto, viendo con pavor la sangre que se escurría entre sus manos. - ¿Por qué lo hiciste...? - lloró aun más fuerte.
- No te necesito y este imperio tampoco. - aquellas palabras llegaron con tanto odio a sus oídos que su corazón se retorció aun más. Una voz oscura y llena de odio, una voz que siempre lo odió. - Colgaré tu cabeza donde todos puedan ver al esperado hijo de dios y su maldita bendición. -
Jimin podía escuchar las espadas chocar unas contra otras, podía oler el humo del infierno que empezaba a consumir aquellos hermosos jardines por donde caminó en silencio por muchos años, los gritos de agonía e histeria mientras más sangre se derramaba, pero sus ojos se mantuvieron en el cuerpo que se encontraba tirado a un costado suyo. El cuerpo sin vida de su padre.
La sangre fresca goteaba de la espada que le había arrebatado la vida por intentar protegerlo.
Su corazón dolía, sentía una agonía inexplicable envolverlo aun cuando en su cuerpo no había una verdadera herida. Toda su vida, caminando por un sendero de odio con la cabeza agachada, en silencio y moldeándose para ser lo suficiente para el hombre que se encontraba frente a él.
Cuando Jimin subió su mirada hacia aquel hombre, vio sus propios ojos dorados reflejados en la espada que apuntaba directamente hacia su cabeza. Su rostro se deformó en sufrimiento, pero no por su innegable muerte, sino por su lamentable vida, por la vida que vivió y por su lamentable destino.
Él nunca decidió nacer con el favor de los dioses, él nunca deseó ser aquella bendición que tanto anhelaban, nunca quiso ser diferente, nunca codicio el trono. Había sido solo su destino. Y sentir lo que alguna vez sintió por Min Yoongi, también solo había sido parte de su horrible desgracia.
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✦ s a r i t a b y 1 1
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Donde el corredor argentino, conocido por su facilidad para chamuyar, cae ante una chica Ferrari
Donde Julieta, sin querer, cae ante el argentino chamuyero