Aquella noche de verano en el parque más lejano del centro de la ciudad, la figura de un hombre se encontraba recostado bajo un frondoso árbol, contemplaba la hora en su reloj de bolsillo por decima vez mientras golpeteaba en el piso de forma arrítmica con el pie dejando en claro el nerviosismo que lo consumía. El crujir de una rama a sus espaldas le hizo saber que finalmente la mujer que esperaba había llegado. Despegó la espalda del árbol y giró para poder enfrentar a la dama que le había estado comiendo los pensamientos, tomó el gran ramo de tulipanes que había estado escondiendo y sonrió de una forma que no era natural en el azabache. Su sonrisa era brillante y honesta, en ese preciso momento Roy se sentía realmente contento de estar en ese lugar para poder ver a aquella mujer. - Mi Érica has tardado una vida en llegar, comenzaba a pensar que me dejarías aquí plantado como castigo.All Rights Reserved