Nicolás Trevizo Moran. Era un hombre de la sierra, no porque quisiera serlo, había nacido allá, y aunque buscaba con todas sus fuerzas desligarse de todo lo que eso conllevaba, sabía que jamás lo lograría, solo por una causa... Era sobrino de Damián y Santiago Moran, hijos de un extinto y reconocido jefe del crimen organizado de aquella región. Jamás lograría deshacerse del apellido Moran y no quería hacerlo. Amaba a sus tíos, la única familia, que le quedaba y luchaba por complacerlos. Su vida se resumía en estudiar, estaba por graduarse de su carrera, trabajar, lo hacía, en las empresas de sus tíos además de estar levantando la suya propia y tratar de no meterse en problemas, pero esto era algo difícil, los problemas venían a él. Como ahora, que manejaba a toda velocidad, no sabía hacía donde, ni a quien llevaba consigo, mucho menos de que era de lo que huían. ¿Sería capaz de detener el auto, bajar a la chica y seguir su camino como si nada hubiese sucedido? La miró, su rostro pálido y desencajado le dijo que no... No sería capaz de hacerlo. Tomó con fuerza el volante, volvió la vista, al frente y siguió su camino. Que viniera lo que tenía que venir. Se dijo y aceleró.