Allen llevaba tiempo sin sonreír.
Eso, lo hacía sentir miserable.
No quería ser una persona que ve todo gris, aborrecía con su alma a esos jóvenes que solo tenían tristeza en el corazón.
Odiaba odiarse a sí mismo.
Odiaba no poder hacer nada al respecto.
Odiaba ser él mismo y que los demás lo odiaran de regreso.
No encajaba, no servía, no se sentía capaz.
Era todo lo que odiaba ser, era carga, era temor, era extraño, era complicado.
Era una ecuación en blanco.
Tal vez la vida no era para él, sentirse entusiasmado de toparse con la muerte era incomprensible y repugnante, pero él creía febrilmente en que por fin sería feliz.
En cuenta regresiva.
Hasta que la muerte lo separe.
Elliot Jensen and Elliot Fintry have a lot in common. They share the same name, the same house, the same school, oh and they hate each other but, as they will quickly learn, there is a fine line between love and hate.