Realmente las historias de amor no eran mi punto fuerte. Los odiaba a todos y a cada uno de ellos. Jamás había tenido una relación. Me dedicaba a sobrellevar mi desastre de vida y mi loca familia, llevando algo bien los estudios y engañándome un poco saliendo de fiesta. Nunca había encontrado a ninguna persona que valiera la pena. Digamos que tampoco lo había intentado... hasta que apareció él.