Afrodita estaba harta, HARTA, de que su hermano mellizo Apolo le robara los pintalabios, ¿es que no podía usar los suyos? ¡Si tenía muchísimos más que ella! Por su culpa iba a llegar tarde a su cita secreta con Hades y no le hacía ninguna gracia. Para colmo ninguno de sus hermanos se dignaba a ayudarla porque, como no, Atenea estaba demasiado ocupada echando la bronca a Ares y a Hefesto por molestarla mientras leía y Dioniso andaba demasiado borracho como para intentar hacer algo. ¿Es que no podía tener hermanos normales? ¿Dónde estaban Artemisa y Hermes cuando se los necesitaba? Aún no lo sabían, pero muy pronto los dioses iban a tener que abandonar sus supremos quehaceres celestiales para resolver un misterio, porque mientras ellos disfrutaban del solecito en el jardín, una sonrisa se desvanecía en la Tierra. Todos los derechos reservados, no al plagio.