Él entró en su vida como si fuera el dueño de su destino, como si caminar por todos los caminos de su mente fuera lo más normal del mundo. Él robó toda su atención al no decir una palabra; la obligó a buscarlo al pasarse los días entre las sombras. Ella no podía apartar la vista de esa máscara negra que cubría los ojos ajenos y que Damian jamás se quitaba. Rachel no deseaba más que escucharlo hablar, descubrir sus secretos y ver sus ojos. Pero su voz era la de una serpiente, sus secretos le causaban pesadillas a las sombras y sus ojos no eran más que hierro.All Rights Reserved
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