Desde que tenemos memoria nos han controlado y nuestra existencia, la prevalencia de la misma, ha sido posible gracias a nuestro ingenio e ingenuidad. Nos entregamos ciegos, sordos y mudos haciendo caso omiso a las precauciones y a las advertencias que nos dieron en nuestras juventudes todos aquellos que nos amaron. Y ahora calmados en nuestras camas llenas de sueños lúcidos, premonitorios, vividos y pesadillas, nos hemos visto sometidos a esta vida desde la plenitud de nuestra consciencia y presencia; creemos hacer lo correcto con el tiempo que se nos da, a partir de esos sueños en los cuáles nos sumergimos sin descanso hasta que alguien se digne a despertarnos.