-Recuerda esto, Samuel- dijo mientras se acercaba lentamente con una copa de vino- El amor no es más que un juego de mesa, es suerte y saber donde mover tus fichas. Eres tan tonto que perdiste otra vez, pobre de ti, desdichado y perdedor- la risa sonaba por la habitación, afuera la ciudad se movía lentamente, tan brillante y monótona.
-Quizás haya perdido, otra vez- Se levantó y se acercó más y más, tan cerca que sentía el olor de vino en esos labios infernales- pero no me rendiré... Caerás, te tendré de nuevo en mi cama, gritarás por mi. Ya lo verás.
-Cariño, cuando eso suceda, yo estaré gozando en el infierno y te torturaré hasta el final de los tiempos. Recuerda mi juramento, ya te tengo en mis manos, Samuel... Cuidado, conmigo te calcinarás.