- Qué te pasa?
- Cómo que qué me pasa? - intenté ignorar mi cambio de humor y lo que había pasado.
- Estás, rara. No sé, enfadada. No me has perdonado todavía?
- Estoy bien.
- No, ya te conozco lo suficiente y algo te pasa.
- No puedo estar bien todos los días, y tampoco puedo fingir que estoy bien todos los días, pero prefiero decirte que estoy bien a decirte que estoy mal y así me ahorro darte explicaciones porque no me vas a entender.
- Venga, claro que te entiendo, cuéntamelo.
- Sabes qué-di un suspiro antes de comenzar desahogarme-muchas veces tengo que decir "estoy bien" cuando me siento una mierda. Muchas veces tengo que fingir una "sonrisa" cuando sólo quiero llorar y gritar. Muchas veces tengo que dar "consejos", cuando en realidad yo los necesito. Y no sé si puedo seguir así... Ya estoy cansada de toda esta mierda, y eso es lo peor porque sientes que nunca se termina. Además te acercas mucho a mí, intento fingir lo mejor que puedo pero es im-po-si-ble, admítelo, eres incapaz de sentir y no creo que puedas lograrlo - desaté mi rabia contra él, no se lo merecía pero me sentía mejor.
- Pues enséñame.
- Que te enseñe a qué.
- A sentir, enséñame a volver a sentir.
- No sé...
- Por favor, hazlo por mí, necesito volver a sentir. Ayúdame, o por lo menos inténtalo. Quiero parecer normal, ser como tú y como el resto, y eres la única capaz de lograrlo.
- Está bien - dije no muy convencida, pero desde luego, sabía que lo hacía por él.