Vivir ajenos a mitadas indiscretas es su día a día. En un mundo dónde ya no son más que un cuento para que los niños no se porten mal. ■■■ El viejo lo miro con ojos desorbitados y proclamó señalando con su dedo mugriento. - ¡¡NO!!, ¡Ésa cosa no era humana!, debiste ver sus ojos, sus ojos, eran como dos pozos de aguas negras que casi me arrancan el alma. - Terminó sus proclamaciones en un hilo de voz. □□□□□