Ellos siempre tuvieron una definición para su amistad.
Uno era un lápiz. Otro una paleta de varios colores. Y, el último, un lienzo desgastado.
Dos poseían color en sus vidas. Uno había sido teñido por grises matices.
Erick, fiel a su corazón, desea pintar ese lienzo tan maltratado.
Naithan, deseando mantener su amistad, quiere dibujar cualquier garabato para Erick.
Hiroki, reacio a abrir su corazón, solo anhela una razón para existir.
En esta amistad, donde las emociones son movidas por deseos personales, el venir de un conflictivo sentimiento, tan dulce como amargo, sacudirá el mundo de estos tres amigos haciéndolos encararse a sí mismos, los sentimientos que existen entre ellos y a quienes los rodean.