Saturno, Urano, Neptuno y Plutón...Todos los planetas menos la Tierra. Inui quería despertar tras ocho horas de sueño ¿Acaso era mucho pedir dormir decentemente? Al parecer sí ya que, a pesar de que habían pasado más de 500 noches, él no lograba olvidar a Kokonoi. Con un té verde caliente y la lluvia cayendo, Draken y él finalmente logran liberarse de aquellos grilletes, de exorcizar esos fantasmas que los rondaban y de matar el gran lobo avaro que mantenía a Inupi preso. Seguro desde Saturno, Emma, Zephyr y Akane sonreían en paz, alumbrando como las muertas estrellas el nublado cielo de ese par que las dejaron atrás para rodar sobre la confiable motocicleta de Draken el camino que todavía les faltaba recorrer, juntos, siendo Ken y Seishu, nadie más.
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