''Y ahí estaba yo, sola, sentada en el alféizar de mi ventana fumándome el tercer cigarro. En esos tres días me había fumado ya una caja y media de tabaco. En esos tres días, yo había llorado tanto que en mi cuerpo ya no quedaban lágrimas, ni de furia ni de tristeza, pero el espacio que habían dejado las lágrimas había sido ocupado por el inmenso dolor que ahora sentía. Y eso que yo nunca he sido una chica blanda ni cursi...
Me iba a dejar echos polvo los pulmones, pero realmente, no me importaba. Ni eso ni nada, ya no.''