¿Quién diría que verle sonreír traería hacia a mí tantos problemas?
Ángeles y humanos no combinan, bueno es lo que me han dicho desde mis inicios.
Pero no podía simplemente olvidar aquel cabello castaño y el brillo de los ojos que yacían de él. Aquellos ojos que decían todo y a la vez nada, los que todas las noches miraban el cielo buscando una respuesta a tantas preguntas, aquellos que mostraban cierto grado de compasión. No, no podía olvidarlos.
Sabía que era prohibido acercarme a él, protegerle y amarle con toda mi existencia, pero no podía hacer nada, él de alguna manera me complementaba y en mis planes no estaba alejarme.
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