A veces cuando quiero alejarme de todo, me doy una de mis vueltas a la plaza, me siento en una banca que está alejada del resto, en dónde un grupo de fumadores se coloca a charlar sobre su existencia, el humo me impacta en la cara y aprovecho de aspirar con fuerza, uniéndome con sus problemas, estos casi nunca me miran, por lo que no saben quien soy, lo que en cierto punto me calma. Introduzco mi mano en mi mochila, la cual pasa a ser el brazo que intenta buscar algo que finalmente no está, pero que inconscientemente necesita ser encontrado. Mis actos han sido condenados y he podido salir de la prisión hace un par de semanas, he disfrutado cada segundo y recordado que se siente estar fuera de aquella prisión, los horrores que mis ojos habían contemplado eran borrados por la sonrisa de mi madre que podía ver todos los días sin aquella maldita ventanilla. ¿Qué me arrepiento de lo qué hice? No lo creo, ellos se lo merecían, yo hice justicia por mi cuenta. ¿Por qué me encerraron? Pues, hace unos años asesiné a un joven, era mi amigo, antes de ahorcarlo en su propia sangre por haberme engañado con mi novia, no le hice nada a ella, sólo lo dejé como ejemplo para que ella tampoco cometa el mismo error, al principio, ella me fue visitando hasta que pasado unas semanas no recibí nada más que una llamada de ella en donde me decía que quería terminar, que lo nuestro no funcionaba, yo crecí en pánico, pero luego vi que era lo correcto. ¿Pienso vengarme? Puede que lo haga, pero no está en mis prioridades, ahora sólo quiero disfrutar de lo que en mis años de cárcel mi lo impidieron. Los gritos de dolor de los prisioneros más débiles eran sustituidos por los cantos de los pájaros, la pequeña y fría celda era remplazada por un gran mundo de nuevas experiencias, y mi amor hacía las personas era distinto, ahora era un enorme amor hacía hacer sufrir a las personas, como ellas me lo hicieron a mi. Mis manos pescan algo, pongo el teléfono en mi oreja y llamo a mi primera víctima..All Rights Reserved
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