El desconocimiento de quién es el primogénito del ducado Windsor, mantiene a la sociedad a la espera de saber quién de los dos hermanos más guapos de la temporada termina consiguiendo una esposa para tomar su lugar.
Gilson no la buscaba, no necesitaba una esposa para demostrar que lo que la sociedad creía era erróneo y que la idea que aun danzaba por la cabeza de su padre como un vals en el mejor salón londinense, no iba a salir como deseaba. Se encargaría sin necesidad de usar a alguien a quién seguramente no iba a amar.
1820, el deseado año para las jóvenes, el año de la suerte para las debutantes... La fecha perfecta para una boda. Los londinenses estaban ansiosos por casas a sus hijas, para encontrarles un buen marido o... por lo menos una buena riqueza.
Evelyn buscaba al hombre idóneo, la suerte que había tenido su cuñada casándose con su hermano, o la de su madre, viviendo un feliz y largo matrimonio. No quería que su padre decidiera por ella, no quería tener que mostrar la cara que le daba a la sociedad a su futuro esposo también. Había muchas cosas de ella que ocultaba por el ojo crítico de la sociedad, por el rechazo y el desprecio de la gente... Había muchas cosas que se iban acumulando y tarde o temprano terminaría enseñando. La curiosidad, el deseo, la impaciencia... todo eso la caracterizaba y eso es lo que terminaría jugándole una mala pasada.
Él con deseo de venganza, ella de la mano de la curiosidad; dos caminos, un solo destino.