El destino había determinado aquello, lo que tanto espero que jamás sucediera. Aquel motero, quien la había corrido sin darle algún tipo de armistia, sin escuchar lo que tenía para decir. Ahora ella no tenía tiempo y mucho menos ganas de dejarlo entrar en su vida. Mucho menos a los de su hija. Seria una dura batalla, ambos tenían mucho que perder y poco que ganar. Segunda parte de Cuidando de ella.