Luck suele decir que la mala suerte le acompaña a todos lados. Y no le falta razón. Solo que en su caso, la mala suerte está encarnada en el pequeño cuerpo de un chihuahua que él suele apodar como "rata del mal" Y es el que Lusho se las trae buenas, amigos míos. Ese diablo blanco no es para nada un angelito caído del cielo. Solo que para los demás, si que lo es. Luck quiere que sus desgracias provocadas por las travesuras de Lusho sean contadas, y qué mejor que en esta historia que posee como título las palabras que más repite en el día: ¡El Lusho es de mi madre! (¡No mío, maldita sea!) Disfruten, público mío. ¡Y como último consejo! No compren sodas ni caramelos. Porque las risas, no les permitirán ni tan siquiera probarlos.
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