- ¡Basta! ¡Sueltame! ¿que es lo que quieres de mi? - grité con desespero mientras forcejeaba. Mi rostro cubierto de lagrimas.
- ¿yo de ti? Nada, o sabes creo que si, aunque creo que no deberias saberlo ahora - replico sonriendo cinícamente
- porfavor, dejame ir, si quieres dinero lo tendras pero dejame ir - suplique a lo que parecio molestarle pues de inmediato se levanto de su enorme silla acercandose peligrosamente a mí
- Eres debil -murmuro tomando mi menton en una de sus manos haciendo una ligera presion - Jamas debes suplicar, jamas, aunque tu vida dependa de ello - trague grueso ante su mirada y sus ojos azules que eran tan profundos y frios que podia intimidar a cualquiera.
Me solto con delicadeza y se puso en marcha, pero depronto se detuvo
- Yo no te necesito, es solo por ordenes de mi padre, sera mutuo no tengas cuidado, que tonta eres no entiendo como mi hermano se fijo en ti-dijo sin mirarme
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.