ð ððð§ðóð£ðð¢ð ð¥ððð§ð, ðšð€ð® ðªð£ ððððð€ ð¢ðð¡ð€. Porqué su maestro era, sin duda alguna, la encarnación del deseo; de la pasión, la lujuria y el fuego. Lo malo era qué, para la desgracia de todo el ððð«ð¢ðð®, su ððð£ðšðªðð¡ profesor se encargaba de darle a todos Religión. ð ðAll Rights Reserved
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