Quiero que mi diario sea un refugio, no para esconderme, sino para enfrentarme a lo que soy cuando nadie está mirando. Aquí no busco narrar una historia interesante, digna de ser leída en Wattpad o celebrada en redes sociales; busco algo mucho más real, más crudo. Este será el lugar donde puedo ser yo, sin máscaras, sin el peso de las expectativas, aunque a veces lo que encuentro me duela más que consolarme.
Cada página será como un espejo roto, reflejando partes de mí que intento entender, trozos que no encajan, heridas que todavía no han cerrado. Escribiré lo que pienso al despertar, cuando la luz apenas empieza a llenar la habitación y las sombras de mis sueños aún me persiguen. Escribiré lo que siento antes de dormir, cuando el silencio se convierte en un vacío que parece hablar más alto que cualquier ruido del día.
Aquí quedarán plasmados esos pensamientos que me pesan, esas dudas que carcomen como si fueran un eco interminable en mi cabeza. Y sí, quizás suene dramático, pero es que vivir con tantas emociones contenidas a veces se siente como intentar nadar en un océano oscuro con los pulmones llenos de piedras.
Sé que podría usar una aplicación, un cuaderno bonito o cualquier cosa que prometa 'organizar mis pensamientos', pero no quiero organizarlos. Quiero soltarlos, dejarlos caer aquí, tal cual son: caóticos, grises, y, en ocasiones, casi insoportables. Tal vez esto sea mi forma de existir, de dejar una huella, aunque sea para mí misma, aunque nadie más la lea jamás.
Escribiré porque necesito recordar que, en medio del vacío, en medio de los días grises y las noches largas, existí. Y aunque a veces no entienda el propósito, sigo aquí, respirando, pensando, sintiendo. Y eso, supongo, es lo único que puedo dar como prueba de que, a pesar de todo, no me he rendido.