La aparición de nuevos compañeros en el camino no era algo que sorprendiese ya a ningún miembro de la compañía de Carfax. A lo largo de toda su historia, más larga de lo que algunos querían pensar, pero más corta de lo que algunos de ellos presumían, muchos habían sido los hombres y mujeres que habían surgido de la nada para unirse a sus filas. Muchos adultos, algunos jóvenes, y algún que otro niño, pero todos igual de confusos y desorientados que los anteriores. Juntos habían ido surgiendo de la nada para abrazar la nueva realidad que se abría ante ellos; una realidad que a duras penas podía ser descrita, pues el espacio variaba continuamente haciendo y deshaciendo cuanto había a su alcance, pero que ofrecía todo tipo de oportunidades y posibilidades frente a las cuales la esperanza brotaba en los hombres como la niebla en el horizonte.