Él leía libros que le robaban suspiros. Ella escribía esos ladrones y a sus pequeños cómplices entre buena ortografía. Él amaba leer y a su escritora favorita. Ella escribía romance, mientras que en la noche escribía terror. Él tenía un hijo. Ella no tenía ni siquiera una mascota. A él las inestables curvas que toma el destino le arrebataron el amor, pero nunca las ganas de amar. A ella las inseguridades le arrebataron las ganas de amar, pero nunca las ganas de escribir sobre el amor. "Porque nunca se trato de amar con prisas; se ama a paso lento, para disfrutar cada momento"
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