Arrugue mi nariz ante el desagradable olor a tabaco. El chico que esperaba delante de mi, para entrar a comprar pan, estaba fumando como si de una locomotora se tratase. -Disculpe, le importaría no echarme todo el humo? Me mira por encima del hombro y sonríe de lado. -Metete en tus asuntos rubia de bote. Si quieres un cigarro pidemelo y si no vete a comprar pan a otro lado. Mi boca debe de caerse hasta el suelo, por que solo consigo que su arrogante sonrisa se ensanche. -Pero quien te crees que eres? -Kyle, encantado. ¿Un cigarro?