Louis y Harry eran novios hace ya varios años. Louis era un vampiro y Harry un humano que no estaba al tanto de la naturaleza de su pareja.
Louis pasó toda su vida ocultándose, guardando el secreto, sabiendo que las mentiras tienen patas cortas.
Un campamento escolar al que ambos van como una cita más, podría convertirse en la pesadilla del castaño, poner en peligro el resguardo del secreto. Una peligrosa necesidad por saciar su curiosidad terminaría desenvolviendo un hambre voraz e insaciable, una ansiedad que lo carcomería por dentro y que explotaría para despertar al monstruo reprimido que, horas atrás, estaba bajo control.
Louis aprendería que la felicidad puede acabar de un segundo a otro, y Harry podría ser el más herido por sus mentiras.
Después de todo la curiosidad mató al gato, pero el gato murió sabiendo.
Hacía bastante tiempo que Harry deseaba a Louis. Y Harry lo sabía. Sabía que Louis también lo deseaba.
Dejó que continuara con su recorrido de caricias.
Sintió nuevamente una corriente de aire, entrando por sus pies, recorriendo sus entrañas hasta quedarse instalado en su nuca.
Con la vista nublada de placer, volteó a todos lados sin saber exactamente qué era lo que estaba buscando.
Un movimiento en los arbustos lo bajó de su paraíso.
No encontró a nadie.
La obscuridad los envolvió. Como si la luna hubiera desaparecido.