Me siento más libre que nunca, sintiendo las miradas de todos en mí, en mis movimientos, en mi cuerpo, sé lo que provoco en los hombres, aún así me aprovecho de eso. Voy tocando desde mis muslos, levantando un poco mi vestido, mordiendo mi labio inferior, moviéndome al ritmo de la música, subo mis manos hasta mis pechos y los masajeo un poco. Me bajo de la mesa y me acerco poco a poco al hombre de ojos misteriosos de color celestes que está sentado en un sillón junto a sus socios. Llego al frente de él y me arrodillo, suelta un suspiro, lo que disfruto ya que se ha quedado sin aire debido al show que le estoy brindando. Le doy pequeños besos en el enorme bulto que yace en los pantalones del hombre. Y así sin más me levanto para irme, pero el me agarra del brazo y me quedo sentada en su regazo. - ¿A dónde crees que vas? - me dijo y sentí su respiración en mi oído. Me acerqué a sus labios y lo miré directamente a los ojos - No creerás que por haberte bailado me iré a follar contigo, ¿no? Y con una sonrisa atrevida me paré de sus piernas y me fui con el hombre que me esperaba en la entrada, sin mirar la reacción de aquel hombre. No sé si algún día lo volveré, sólo se que nunca había aprovechado tanto mis idas a mi club favorito, sólo pensaba si es que ese hombre volvía a ir a aquel lugar, no estaba tan segura de si podía reconocerlo por el antifaz que se debía llevar por obligación.
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