La belleza es la confianza, como te presentas a ti mismo, es al interactuar con las personas, aquello que te hace diferente, especial y único. Y en este mundo del modelaje lograr lo perfecto es lo esencial para los ojos. Para mí modelar es arte y ahí encuentro sensualidad, pasión, erotismo. Es pintar con mi cuerpo sobre un lienzo blanco para enfrentarme a la vida. Una vida que ahora la tengo revuelta. Hace unos meses pensaba que casarme con Aldo Domenzaín el famoso fotógrafo internacional era lo mejor para mí futuro, pero después conocí al gran seductor y mujeriego Fernando Mendiola. Mi relación con Aldo es cursi, romántica, lo que toda mujer pudiera pedir. Aldo es el típico "hombre perfecto", pero no encajaba ya conmigo. Sentía que mi relación se había convertido en monotonía, como el agua: inoloro, incoloro e insípido; algo demasiado aburrido. Y Fernando llegó a darle picardía a mi vida, sentía fuego en sus brazos, me regalaba aventura, éxtasis y diversión. Bien dice el dicho que quien con Fuego juega se puede quemar, pero si el amor es más grande con una jugada más, todo se soluciona ¿No? Para elegir debemos tener una preferencia entre el cielo y el infierno. Y para disfrutar del amor hay que preferir al demonio correcto. Entonces el infierno se vuelve divertido cuando yo te prefiero a tí.
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