Este es el noveno relato de las perversas aventuras de Paula, el paradigma es otro "El mundo al revés", con sus vicios y detestables actos en un permisivo medio. En este dominio las mujeres protagonistas, embriagadas de esta nueva y desbocada supremacía, en donde la realidad con la fantasía es llevada más allá de lo racional. Las pasiones transgreden todas las leyes legales, sociales, y morales en busca del placer llevado a límites que sólo tienen cabida en sus insanas mentes, donde el sexo tanto en hombres como en mujeres está asociado a disfrutarlo a través de la perversión, con sus variadas propensiones, respecto las cuales, quien más, quien menos, hacen de ellas ocultas fantasías que por obvias razones solo alucinan con ellas, pero jamás se atreverían a concretarlas, salvo en sus mentes, en las que alojan estos vetados instintos, que si los realizaran, serían totalmente condenables.
Estas personas viven su mundo, con una clase de vida poco usual, hecha a la sombra de toda legalidad, sin ningún tipo de ética ni moral. En este grupo pueden hallarse; empresarios, nobles, millonarios sicarios, policías, y políticos. Todos involucrados en insensatos placeres, así como las mujeres de vida fácil hechas de la misma calaña; mercenarias, inmorales delincuentes y asesinas, tan o más corruptas que ellos. Paula, encaja perfectamente en este ámbito, llevando la vida que se adapta y complace, con su falta de valores, sus perversos placeres, y una total insensibilidad en su proceder. La narrativa consta de varios capítulos, los cuales son cargados cada vez con mayor morbo, con tintes más retorcidos, este es el último de los primeros relatos de las "Perversas memorias de Paula", de tal manera que, si no se ajusta a su interés ni a moral, están en su total derecho dejarlos y buscar relatos que se acomoden mejor a su gusto y a sus valores. (Próximamente; "Paula, asesinas y cartel"
Un adolescente sordo de 13 años que vive en el siglo XXI se encontró repentinamente como un niño en Japón a principios del siglo XX. Con dos guerras mundiales, dos bombas nucleares, Hitler y muchos otros desastres esperando su futuro, pensó que las cosas no podían empeorar.
Excepto que lo hicieron.
Más tarde descubrió que en realidad se había reencarnado en el mundo de Demon Slayer, donde los demonios devoradores de hombres gobernaban la noche. Pensó que las cosas no podían empeorar.
Excepto que lo hicieron.
¡Pero bueno! Al menos tenía un talento incomparable, ojos increíblemente especiales y conocimiento del futuro.
¿Cómo cambiará la historia de Demon Slayer con la incorporación de este personaje único? ¿Morirán tantos si los Hashiras tuvieran un pilar más en la batalla final?
¿O la historia terminará con una nota mucho más feliz?