Giovani siempre quiso ser director de cine, pero para eso necesita conocer gente, cosa en lo que es pésimo. Por lo que aprovecha la desaparición de dos alumnos y la muerte de cinco para involucrarse más con Jonathan Quiroga, un compañero que puede darle lo que desea y más a través de sus influencias. Alfredo Salazar, a quien terminan llamando Domingo en las protestas, es quien le dará más dolores de cabeza con sus apariciones. ¿Domingo en realidad estaba muerto? ¿O era solo su mente jugando en su contra? ¿Por qué Marcel, su amigo de toda la vida, actuaba tan raro? Son preguntas de las que, en realidad, no quería saber la respuesta.