Cicatrices, pesadillas, gritos y oscuridad

Ignora las preocupaciones de su madre y las preguntas de su padre, se esconde detrás de una sonrisa entusiasta y una actitud animada y descarada, con dolor e impotencia recuerda los días en que todo estaba bien, los días en los que no se sentía como una mierda y en donde no había ninguna voz en su cabeza y donde no habían problemas, donde no tenia que poner un hechizo silenciador en su cuarto para que nadie la escuchara gritar en la noche, recuerda cuando no debía esconderse para que las sombras no se la llevaran o cuando simplemente no estaba rota.

- ¿Estás segura que estás bien, Ginny?- le preguntó mamá una semana después de la cámara, Ginny asintió y le dio a Molly la sonrisa más feliz que pudo mientras se ajustaba las cobijas.
- Está bien, yo... yo estaré afuera si me necesitas.
- Sí, mamá - dijo con una voz tas alegre que incluso ella se sorprendió, Molly miro a su hija una vez más con un toque de preocupación en sus ojos marrones.
- Estaré bien, mamá, siempre lo estoy - susurró la pequeña pelirroja y con eso Molly se dio la vuelta y salió de la habitación.

Ella siempre dio las respuesta que ellos querían, siempre fingió tener la vida perfecta aunque en verdad se estuviera muriendo por dentro.